Existen numerosos artículos que tratan el tema de la atención del jugador de baloncesto. Sin embargo la mayoría lo hacen desde una perspectiva excesivamente técnica, poniendo el foco en lo que la bibliografía científica dice al respecto de este tema.
Si bien es un enfoque interesante, ya que nos dan la base teórica para comprender la importancia de este factor en el desarrollo del jugador, yo quiero abordar el tema de un modo más práctico.
Por eso en este artículo lo que encontrarás no son referencias bibliográficas ni explicaciones en relación a los procesos cognitivos. Lo que propongo hoy son cuestiones simples, que puedes aplicar en cualquier sesión de entrenamiento, pero que resultan en una mayor demanda de atención y concentración por parte del jugador.
No es por tanto un artículo enfocado en tareas específicas, sino más bien en «añadidos» que puedes incluir a la hora de diseñar las tuyas para forzar que los jugadores mantengan un grado de concentración elevado.
Sin más preámbulo vamos con ello.
Que los jugadores se encarguen de las rotaciones
Con objeto de que el ejercicio no se convierta en un caos, los entrenadores solemos indicar, a la hora de explicar un ejercicio, cual es la rotación correcta para que éste se desarrolle adecuadamente. En muchos casos es necesario si queremos que el ejercicio tenga lugar tal y como está diseñado, pero en otras no es imprescindible.
¿Por qué no dejar que sean los propios jugadores los que organicen las rotaciones? Si el ejercicio no tiene una dinámica muy estructurada podemos pedirles que sean ellos los que se encarguen de esa tarea, lo que desde el principio ya les obliga a estar muy atentos para que haya cierta fluidez.
No hay que preocuparse porque en un principio hay cierta desorganización. Por lo general tras unos pocos segundos ellos mismos han dado con la rotación más conveniente. Recuerda: este juego va de resolver problemas. Cuanto más acostumbrados estén a hacerlo, mejor.

No usar petos para diferenciar equipos
Otra forma de hacer que los jugadores tengan los cinco sentidos activados al máximo es no diferenciar a los equipos en los ejercicios por medio del uso de petos. De esta manera les obligamos a prestar atención a quienes son sus compañeros en cada momento.
Esto es especialmente útil cuando se llevan a cabo ejercicios con alta rotación y en los que los jugadores alternan roles defensivos y ofensivos.
Al no existir una referencia de colores ni que los compañeros tengan un papel claramente marcado en cada momento, se les obliga a estar concentrados en todo momento acerca de quienes son los integrantes de su equipo y quienes los rivales.
Dar vía libre a los «pillos»
Conecto este punto con el anterior, porque están muy relacionados. Imaginemos un ejercicio en que los jugadores atacan y defienden por oleadas, Por ejemplo, un ejercicio de superioridad que he llevado a cabo en ocasiones y que se inicia con una situación de 2×1.
Estos tres jugadores con los que ha dado comienzo el ejercicio atacarán de vuelta juntos frente a dos defensores que se incorporan desde medio campo, generando así una superioridad de 3×2. El atacante que decide finalizar se convierte en defensor junto a otros dos nuevos compañeros que vuelven a incorporarse desde medio campo mientras que los otros (los dos defensores y los dos atacantes que no han tirado a canasta) atacarán en una nueva oleada.
Así, incorporando dos nuevos defensores cada vez junto al tirador que cambia su rol y haciendo que todos los demás jugadores en cancha ataquen en el otro aro, conseguimos un ejercicio en continuidad de 2×1+3×2+4×3+5×4.
Si en una situación como esta damos vía libre para que los defensores actúen con pillería, haciéndose pasar por atacantes para engañar a éstos y recuperar la posesión, exigiremos aún un mayor grado de concentración.
Tareas con múltiples focos
Si bien en algunos ejercicios es interesante resaltar un único apartado para que los jugadores se centren en él, también podemos integrar diferentes acciones dentro del mismo y pedirles que no descuiden ninguna de ellas.
Puede ser diferentes gestos técnicos, o solucionar situaciones que se les planteen y ante las que deban actuar de un modo u otro. De lo que se trata es de conseguir que la atención del jugador esté totalmente enfocada en algo por unos instantes para a continuación exigirles que cambien su foco al nuevo desafío que se les plantea.
Este tipo de planteamiento tiene una gran transferencia al juego, puesto que en realidad es así como se desarrolla la dinámica del baloncesto.
Cuando hay un tiro a canasta el jugador ha de poner toda su atención en bloquear el rebote de forma efectiva, pero a continuación debe cambiar su foco de atención a correr abierto el contrataque y encontrar el espacio adecuado. En última instancia, si recibe, su atención debe pasar de inmediato a otra tarea, como es finalizar con éxito ante la posible oposición de un rival.

Introducir variabilidad
Vamos con otra forma de potenciar la concentración del jugador como es aumentar la variabilidad. La mayor parte de veces planteamos tareas en las que el jugador sabe a lo que se va a enfrentar, pero no es así como se desarrolla el juego.
Un partido de baloncesto está lleno de situaciones que generan incertidumbre. Y tenemos que preparar al jugador para enfrentarse a ellas. Por eso, en vez de proponerle tareas en las que sepa lo que le espera, es interesante cambiar el escenario de forma aleatoria.
Cambiar el número de defensores a los que se ha de enfrentar, la talla física de estos, la ubicación desde la que se realiza la tarea que se le encomienda…Frente a situaciones repetitivas y previsibles que dejan de ser un reto rápidamente, cualquier variación que planteemos y que haga que el jugador se enfrente a un estímulo nuevo mantendrá su grado de atención elevado.
Presión psicológica
Una de las cosas más difíciles de replicar en una sesión de entrenamiento es la presión psicológica del partido. Algo que comprobamos frecuentemente en una acción como el tiro libre, donde el aspecto mental es tan importante.
Aunque hay quien no está a favor de la aplicación de «castigos» al jugador, yo particularmente no veo mejor forma de imitar esta situación.
Si el jugador lanza los tiros libres sin que el resultado tenga ningún tipo de consecuencia es muy difícil que ponga una atención máxima. Además de que estaremos entrenando esta situación de una manera muy poco realista.
El «castigo», evidentemente, no debe ser nada extraordinariamente severo, pero sí lo suficientemente incómodo o molesto para que la idea de tener que llevarlo a cabo le genere tensión. Con ello, le obligamos a activar al máximo su concentración, que es el objetivo que se persigue.
Resumen final
Como ya he explicado al inicio, no es este un artículo enfocado a explicar tareas diseñadas para mejorar la atención, sino más bien hacer un compendio de consejos prácticos que pueden sumar en este sentido.
El de la atención es un tema que frecuentemente los entrenadores dejan en un segundo plano, cuando en mi opinión es un aspecto que tiene un gran peso en el juego.
Un jugador necesita mantener un alto grado de concentración y atención durante su presencia en la cancha para no cometer errores y aprovechar las oportunidades que se presentan. Por lo tanto, todo lo que hagamos para potenciar esta faceta va a repercutir en el rendimiento del jugador.
En este sentido hay muchos factores a considerar. Las tareas a ejecutar, las situaciones a las que se le expone, el feedback que le demos al jugador respecto a como y donde enfocar su atención en cada momento…Este artículo ha sido tan solo un puñado de ideas sueltas que me he decidido a recopilar por si alguna de ellas puede serte de utilidad como entrenador.
Si ha sido así, objetivo cumplido.
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